lunes, 26 de septiembre de 2011

Bang Bang...

Ayer, a las diez y pico hora zulú, hubo un pase USB Prime Time en el hogar del remake de El Tren de las Tres y Diez que un tal James Mangold estrenó en 2007 DC. Este señor no me sonaba de nada y, tras la pertinente investigación, parece que lo único que he visionado de él es Inocencia Interrumpida, un duelo a muerte de excesos interpretativos entre Angelina Jolie y Winona Rider en sus tiempos jóvenes, cuando iban de alternativas por la vida. En fin, para más datos la cinta esta la protagonizan Christian Bale y Russell Crowe. Hay más, pero me pasaron desapercibidos. Hasta Peter Fonda me pasó desapercibido, lo que no deja de ser vergonzante.
La verdad es que a nivel interpretativo no tengo queja ninguna... Porque tampoco es que fueran personajes de triple capa, exactamente. Planos, previsibles, muy metiditos todos en su etiqueta del Western más clásico, ninguna duda de lo que va a hacer cada uno en cada momento. Y eso es lo que me enerva de ciertos trabajos de este género.
Dicen las malas lenguas (lenguas realmente malvadas. Viperinas incluso) que este "filme" me disgusta porque no me gusta el Western. Mentira cochina, a mí no me gusta ese Western en el que cada personaje se puede describir con sólo dos palabras y la línea argumental con tres. De hecho, un Western bien hecho es una gozada (Esta misma mañana me he batido en duelo de películas del oeste míticas en lugar de estar picando facturas, que es por lo que me pagan. He perdido, pero porque me he enfrentado al puñetero Amo del Calabozo).
Al fin y al cabo, se trata de cine histórico, un poco como el cine bélico en general. Quizá ese sea el motivo por el que se cae en el cliché facilón con alarmante frecuencia. Si me dieran un euro por cada vez que he leído en una crítica "es la resurrección del Western clásico" desde que estrenaron Sin Perdón (que sí que es una de las míticas) me podría comprar la iniciativa Dharma con isla y todo. La imagen que mi pobre cerebro femenino tiene del Western clásico incluye siempre una escena en la que un rudo vaquero de buen corazón dice algo como: "Tu no puedes venir, Billy Ray. Necesito que lleves el ganado de vuelta al rancho", se toca el sombrero a modo de despedida y cabalga hacia la amenaza forajida, aguerrido, con templanza (generalmente además ese personaje tiene la cara de John Wayne).
No, a mí me gusta el Western en el que todos son unos cabrones (y cabronas) porque bastante tienen con jugarse el pellejo todos los días como para andarse con gilipolleces. Si, esto muy soez, pero la ocasión lo requiere.
Películas como El Tren de las Tres y Diez (ambas versiones) no puede compararse con enormidades como El Bueno, El Feo y El Malo. Porque sólo se parecen en el atrezzo.
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Drinking game: un chupito por cada vez que he escrito la palabra "Western". Además de cansina, anglófila. Qué asquito doy a veces.

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