viernes, 30 de abril de 2010

Hace mucho, mucho tiempo... Antes de la Playstation...

Como mi fuerza de voluntad a la hora de actualizar este invento está más o menos a la misma altura que el control emocional de la Esteban, voy a limitarme a recomendar, que es más corto y requiere menos esfuerzo estilístico. Además, desde la infancia siempre he tenido bastante fijación con las listas.
Tras barajar las varias opciones socio-culturales que definen mi personalidad, y descartar una lista de combinados alcohólicos porque ya estoy mayor para esas cosas, me he decidido por… LOS 3 JDRs MÁS DISFRUTADOS DE MI TRISTE VIDA (algo antiguos, porque hace tiempo que no le doy al dado, por desgracia):

Inciso: Para ver de qué va el percal, sigan los links.

Aquelarre: Por ser el primer producto nacional de este mercado. Por lo currado del entorno histórico a pesar de (o gracias a) las brujas, demonios, pociones y otras hierbas. Por lo bien escritos que están los suplementos -gracias a este juego me hice fan de Ricard Ibañez; me permito recomendar tambien sus novelas. Porque a pesar de utilizar un sistema de juego básico, tenía puntos muy originales (aquello de la "racionalidad/irracionalidad" me viene a la mente).
Muy buenos ratos... Qué recuerdos.




La Llamada de Cthulhu: Porque, a pesar de que sea un cansino, me gusta H.P. Lovecraft desde pequeñita. Por la facilidad que daba para crear tus propios módulos (a pesar de que había módulos publicados para aburrir). Por la amplia capacidad inventiva y de control que daba al director de juego. Por los puntos de cordura... La verdad es que hay mil motivos. A lo largo de los años han sacado refritos del Cthulhu años 20 (La Llamada) con tintes comercialoides y mezclando churras con merinas; me vienen a la cabeza el Cthulhu Edad Ocura - Bazofia infumable a modo de pseudo adaptación a la "Edad Media"-, Cthulhu Luz de Gas - época Victoriana, este no estaba tan mal, pero porque prácticamente la única diferencia con el original eran 100 años-, Cthulhu Actual - Que ni he leido ni he jugado... Pendiente me queda echar un vistazo a Cthulhu Tech, porque esto del guardián de los Arcanos en el futuro tiene que ser Neal Stephenson a lo bestia. Pendiente me queda también jugar al módulo La Piel de Toro de La llamada, de Ricard Ibañez (de nuevo esa tendencia al producto nacional)



Paranoia: ¿Qué decir? ENORME. Porque básicamente consiste en matar al vecino sin razón aparente. Porque das rienda suelta a tu agresividad sin consecuencias legales. Porque nunca en la vida he disfrutado tanto dirigiendo un juego: así se debían sentir Sauron y Palpatine. Morid, patéticos traidores mutantes.
Es tan bueno que no puedo recomendarlo suficiente. En serio. Sé que a mucha gente no le gusta porque está (o estaba, ya digo que no lo juego desde los 90) basado en una desestructura total, por lo que no es fácil de jugar. Y puede resultar aburrido si careces totalmente dos sentidos básicos: el del humor y el del ridículo.
Philip K Dick hubiera estado orgulloso.


domingo, 18 de abril de 2010

The Boys: Ennis vuelve

Hacía ya tiempo que no encontraba nada de Garth Ennis que realmente me enganchase ("tiempo" aquí significa hace casi 10 años). Lo que me enganchó a Ennis fueron trabajos como Predicador, True Faith, Diosa o Sólo un Peregrino (entre otros). Los años que pasó escribiendo Hellblazer para mí están entre lo mejorcito de las interminables aventuras de John Constantine. Más allá de la violencia gratuita, que siempre es bienvenida si está bien llevada, lo que me gustaba de Ennis era su mala sombra. Ese tipo de mala leche que, más que dejarte mal sabor de boca, te atraviesa la lengua como un balazo. Pero Punisher me aburre, Hitman me aburre más aún (además le tengo manía a John McRea, que dibujó este título junto a otros varios de Ennis. No lo soporto al tío, no sé por qué), The Darkness ni lo pude terminar... Violencia gratuita sin la mala sombra de antes pero con sorprendentes sobredosis de moralina. Así que dejé de estar al loro de lo que publicaba. Sin embargo he vuelto a encontrar ese qué-sé-yo que tenía: en The Boys.

Es un cómic sobre antihéroes. En sentido salvajemente literal: Si el "anti-cal" acaba con la cal y el "anti-vaho" acaba con el vaho, estos anti-héroes les revientan las tripas a los "super-héroes" (las tripas o los sesos, a elegir... todo muy Garth Ennis). Tenemos además a cargo de los lápices a Darick Robertson (Transmetropolitan), para mí el amo indiscutible de las gónadas, miembros cercenados y manchas sospechosas del panorama actual del cómic internacional, y del que me confieso fan indiscutible.

La premisa es la siguiente: Hughie es un perdedor nato de Glasgow que, tras presenciar como un chaval volador se carga impunemente a su novia (y cómo...), se une a una especie de grupo de control de superhéroes financiado por oscuros poderes internacionales y capitaneado por un mamón de marca mayor al que llaman "Bill El Carnicero". A partir de aquí tenemos un desfile interminable de cafradas (cometidas por ambos bandos) que, no sé como, acaban siendo simplemente el telón de fondo de dos historias sobre corrupción y crimen organizado bastante interesantes - porque hasta la fecha sólo he podido echar mano a los dos primeros volúmenes.

Desde luego, no recomendaría leerlo a cualquiera, porque es básicamente sexo, violencia, escatología ocasional y un trasfondo rollo Watchmen en plan "el poder absoluto corrompe absolutamente" que puede resultar cansino a algunos y estomagante a otros. Pero, como he dicho, me gusta la mala sombra que lo empapa todo (junto con los variopintos fluidos corporales); llega un momento en el que no tienes claro quienes son los malos, y los únicos genuinamente buenos son los que invariablemente acaban jodidos en grado superlativo. Vamos: la vida misma.

jueves, 15 de abril de 2010

Sons of Anarchy... O el placer de ser malote

De entre los nuevos descubrimientos que estoy haciendo con Fox Crime, el más curioso me parece Sons of Anarchy.
Yo esto lo empecé a ver más bien por vía conyugal y con solo medias ganas, pero le estoy cogiendo el tranquillo. Tenemos a estos moteros malotes, que pertenecen a un club motero imaginario supuestamente mega-poderoso: SAMCRO- Sons of Anarchy Motorcycle Club, Redwood Original. Toma ya. Si lo dices tres veces seguidas sin respirar delante de un espejo y con las luces apagadas te sale un tubarro de escape enorme por el... Bueno, es igual, a lo que íbamos: que es un club powerful, pero powerful de verdad, y se dedican a hacer travesurillas de malotes como traficar con armas, dar palizas de las que desfiguraron a Mickey Rourke, asesinar a sangre fría - o a sangre caliente, según salpique... Lo normal. Se quieren todos mucho y darían la vida por el de al lado, siempre y cuando no estén intentando matarle en ese momento.
En general, la serie está bien hecha y los actores trabajan bien (No se si lo he mencionado antes, pero Ron Perlman es un dios, aunque sea con minúscula), pese a que creo que algunos personajes están algo desaprovechados y se basan en el cliché facilón. Lo cierto es que como drama de mafiosos resulta bastante bien.

miércoles, 14 de abril de 2010

Perdidos... Indeed

Pues sí. Finalmente ayer decidimos mi parte contratante y yo empezar valientemente con la sexta temporada de Perdidos. La experiencia se puede resumir en dos palabras: qué desazón.
Porque una ya está acostumbrada a osos polares, monstruos de humo negro, los Otros, los Unos, los de la cola del avión, los del frente del avión, los de Dharma, los gabachos, los que se escapan pero vuelven, los que mueren pero resucitan en plan Bola de Dragón, los que ríen, los que lloran... La intemerata (porque esa isla debe ser lo menos del tamaño de Pangea).
Ya lo de los viajecitos espacio-temporales me provocó algún que otro vuelco de pupilas: "Pero... ¿Dónde están?" "No, donde no, cuándo" "¿Perdón?" "Te perdono, yo también estoy flipando".
En fin, que a pesar de todo decidimos intentar sobrevivir a la última temporada sin el cerebro licuado, a ver si al menos nos enteramos de qué o quién carajo es Jacob y por qué el padre de Jack está vivo y puede teletransportarse (Yo tengo una teoría sobre esto que incluye a Montgomery Scott, Spock y un fallo en la hipervelocidad del Enterprise, pero merece un post aparte). Y el primer episodio no empieza mal del todo, la bomba explota y "retcon" total. Hasta ahí bien. Pero entonces.... Zas!: "¿Qué hacen estos ahí?" "Pero si están en el avión, y si el avión no se ha estrellado no pueden estar ahí" "Por los clavos, me duele la cabeza" "Eso es una paradoja, si Doc Brown levantase la cabeza" "¿Doc Brown sale en esta serie?".
Total, que adios a las esperenzas de sobrevivir a 16 episodios con todas las neuronas intactas... Aguantamos 3 episodios entre miradas perplejas y lo dejamos. Es posible que no tengamos valor par seguir... Y ni siquiera ha vuelto a salir el padre de Jack.

lunes, 12 de abril de 2010

Terry Pratchett y la producción en cadena


Ante todo he de aclarar que el Señor Pratchett ha sido desde hace más de una década uno de mis placeres secretos. Sigo siendo una lectora habitual de sus historias y lo seré hasta que el Alzheimer me prive de los buenos ratos que paso a su costa. Mi propia madre es también lectora asidua de la saga Discworld, y entre las dos tenemos una biblioteca de autor nada despreciable - aunque tan sobada que según la miras da la impresión de que hace falta escurrirla. Pero, después de todo, para eso son los libros, para usarlos una y otra vez hasta que se deshojan por agotamiento.
Cuando uno echa un vistazo a la bibliografía de este Caballero - "Caballero" en mayúsculas, que el tipo es Sir Pratchett: Oficial de la Orden del Imperio Británico. Ahí es nada -, se pregunta cuántas sondas tendrá puestas en un día laborable standard, porque parece imposible que nadie pueda escibir a esa velocidad perdiendo tiempo en minucias como comer y realizar las demás tareas impuestas por el aparato digestivo, sin mencionar el nivel de anfetas en sangre, porque no creo que haya pegado ojo desde 1985.
Al señalar a Pratchett como uno de mis autores favoritos me encuentro de todo. Mayormente, gente a la que me mira raro y piensa: "¿y esta petarda por qué cree que me interesa su vida?". Pero vamos, por cosillas que he hablado con quienes lo conocen y lo han leído - y basándome en críticas que he encontrado por ahí -, da la impresión de que, por un lado, la literatura "de género" no puede tener calidad literaria y, por otro, que a alguien que ha escrito 33 novelas - sin contar ensayos y no-ficción en general - en poco más de veinte años no se le puede tomar en serio. Ambas afirmaciones hacen que se me retuerzan los incisivos como bayetas de cocina viejas.
¿La literatura "de género" no tiene valor literario? Gente como Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, Stanislaw Lem, Theodore Sturgeon, Kurt Vonnegut, Carl Sagan, Ray Bradbury, Harlan Ellison, Aldous Huxley, Richard Matheson, G.K. Chesterton, J.G. Ballard... Todos ellos son autores de reconocido prestigio literario que han buceado, unos más que otros, en géneros como la ciencia ficción, el terror o la fantasía. Una buena historia lo es independientemente del género en el que se encuadre. Después de todo, el "género" es simplemente una etiqueta, generalmente impuesta más por nosotros, los lectores, que por los autores. Alguien que exuda talento como un sifón escribiendo una novela generalista (mainstream, que dicen los anglófilos), ¿lo pierde acaso al escribir una novela "de género"?. ¿La calidad literaria de un trabajo es entonces directamente proporcional al número de cazas imperiales o, dios nos libre, trasgos, hombres lobo o dimensiones paralelas que aparecen en sus páginas? La pregunta se responde sola.
Respecto al espinoso tema de las palabras por minuto, mucha tinta se ha escupido criticando al escritor prolífero sólo por el hecho de serlo. En mi opinión, la velocidad de publicación de un autor no determina su calidad (ni la buena, ni la mala). Ni están todos los que son, ni son todos los que están. Para muestra, un botón: Alejandro Dumas está entre los 20 autores más prolíficos de la historia.
Hace ya bastante tiempo, leí que el Sr. Martin Amis se permitió el lujo de criticar a Iain Banks por la velocidad de publicación de sus novelas, relacionando la supuesta falta de calidad literaria con la velocidad a la que escribe sus historias (siento no poder insertar la cita, pero no la encuentro por ninguna parte). Sr. Amis: No critique a su compañero de profesión sólo porque haga más rápido sus deberes. En mi opinión Banks es otro buen ejemplo de un narrador excelente con una productividad extremadamente alta. No tiene nada que envidiar gente como Ian McEwan o el propio Amis.
Aún así, me temo que nunca seré fan de Corín Tellado, que en paz descanse, aunque tiene todo mi respeto. Al fin y al cabo, tantos lectores no pueden estar equivocados.
Para terminar, y como mera curiosidad, una lista de los 20 autores más prolíficos de la historia que he encontrado por ahí: http://www.trivia-library.com/c/20-most-prolific-authors-and-writers-in-literary-history.htm

viernes, 9 de abril de 2010

Braaaains...

Hace poco conseguí finalmente echar un ojo a I Sell the Dead, una peliculilla producida por Glass Eye Pix (gafapastismo pseudo-gore en su máxima expresión) y escrita y dirigida por un tal Glenn McQuaid (friki de origen irlandés que antaño se dedicaba a la postproducción). El experimento está protagonizado, entre otros, por Meriadoc Brandybuck... digo, Dominic Monaghan y Hellboy... Digo, Ron Perlman.
La cinta, que contra todo pronóstico resulta ser norteamericana, narra en clave de cachondeo las peripecias decimonónicas de dos traficantes de cadáveres británicos que se tropiezan en determinado momento de su carrera con mercancía "especial". Vamos, algo así como Burke y Hare contra La Legión de los Hombres sin Alma.
El experimento está lejos de ser una obra maestra, pero entretiene y arranca unas cuantas sonrisas. Aunque no risas, me temo. Queda a años luz de Shaun of the Dead, por ejemplo, a la que sí considero una obra maestra y la recomendaría a cualquiera, pero supera en varios puntos a la predecible Zombieland, una oda a la falta de imaginación y el chascarrillo fácil, aunque admito que alguna sonrisa también arranca.
Querido Travis,